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Imaginemos la evolución de los seres vivos como si se tratase de un enorme
árbol. Su tronco se divide en dos grandes partes, una
corresponde al reino vegetal y la otra al reino animal. Éste a su vez se
ramifica en dos nuevas partes, los invertebrados y los vertebrados. Éstos
últimos a su vez se compone de cuatro ramas. En la de mamíferos nos
interesa la rama de los primates. El primate más antiguo que se conoce se
remonta al final de la época de los dinosaurios, hace 65 millones de años, se
le asignó el nombre de Purgatorius ceratops por haberse
encontrado cerca de los restos del dinosaurio Triceratops.
A partir de esa época los primates evolucionaron en diversos
géneros, expendiéndose por América, África y Eurasia. De Europa al parecer
desaparecieron hace unos 7 millones de años. Es en esta fecha desde donde
comenzaremos hacer una rápida mirada a la historia evolutiva de nuestros
antepasados. En esas fechas tan distantes no podemos hacer más que
especulaciones acerca de la vida cultural de aquellos seres, y tratar de hacer
reconstrucciones anatómicas con los restos fósiles, de manera que se trata de
armar, como si fuese un rompecabezas, la últimas ramita que nos
condujo a nuestra existencia.
Lamentablemente, para la tradicional visión eurocentrista de la historia,
la evidencia fósil nos aleja de Europa para buscar nuestros orígenes en África.
Atrás quedo el vano intento de anclar nuestros orígenes en la misma Europa,
tras el fraude del hombre de Pintdown.
En el año 2002 se descubrió en el Chad un fósil de una antigüedad de 7
millones de años (m.a.). Aunque el descubrimiento apenas se esta estudiando,
parece ser que el Sahelanthropus tchadensis, representa la
especie a partir de la cual se separaron las ramas de los chimpancés africanos
con la de los primeros homínidos, grupo que
conforman nuestros antepasados y nosotros mismos. Por alguna razón que aún
desconocemos, algunos Sahelanthropus decididieron
intentaron desplazarse sobre sus patas posteriores; aunque esta
especie aún no era bípeda.
Ardipithecus,
australopitecos y parántropos: Los primeros bípedos.
Durante los últimos 5 m.a., la temperatura media de la tierra ha
experimentado un descenso, por lo que se dice que estamos en una etapa
relativamente fría. En nuestro mundo actual se dan bruscos cambios de clima y
en la temperatura ambiental, pero son de corta duración, si
recordamos la edad de nuestro planeta, de 4.500 millones de años. Este
reciente descenso de la temperatura ambiental produjo cambios en los
ecosistemas en donde vivían nuestros antepasados, que para ese momento
eran los mismos del chimpancé. El descenso de la temperatura produjo un
clima más seco, disminuyendo por lo tanto la pluviosidad.
En el continente africano se había formado ya en esa época la
gran fractura conocida como Great Rift Valley. Es una gran
hendidura que divide al África en dos en sentido Sur-Norte,
desde Sudáfrica, atraviesa el Mar Rojo, llegando al Mar Muerto. Las grandes
montañas de la fractura impidieron que los vientos húmedos
provenientes del Atlántico arribasen al África Oriental. Esto produjo la
desaparición de los grandes bosques de la parte oriental del continente, siendo
progresivamente sustituidos por ambientes de sabana. Por lo tanto, toda la
fauna de la región tuvo que adaptarse al nuevo cambio climático, siendo el
primer paso un cambio en los hábitos alimenticios.
Mientras que en el África Occidental los simios primitivos seguían
disfrutando de una su vida y dieta arborícola, en los grandes bosques; los
antropomorfos del África oriental tuvieron que adoptarse a la nueva situación,
a partir del Sahelanthropus. Surge así nuestra rama dentro del gran
árbol, la de los Homínidos, grupo que incluye a los humanos y a nuestros
ancestros, ya separados de la línea del chimpancé.
Los restos de homínidos más antiguos que se conocen tienen una antigüedad
de 5.6 m.a., son apenas algunas muelas aisladas encontradas en Kenia. En 1992
se descubrió en Etiopía un fragmento de mandíbula con algunos molares, de una
antigüedad de 4.4 m.a. La evidencia que revelaba de que se trataba de un
homínido eran las cúspides de esas muelas que tienen todas las mismas alturas.
Esta es una característica que diferencia a los homínidos de los chimpancés. Se
trataba del Ardipithecus ramidus, y al parecer, vivía aún en un
ambiente forestal. Se desconocen si eran bípedos o andaban aún sobre cuatro
patas; lo cierto es que tenían una dieta similar al del chimpancé, compuesta de
frutas y plantas blandas. Lo sabemos gracias al grosor del esmalte de los
dientes, similar al de los chimpancés y al nuestro. Se piensa que vivió en un
ambiente aún de bosque, ya que sus restos se encontraron junto a resto fósiles
de fauna forestal.
Nuestro siguiente ancestro en existir fue el Australopithecus
anamensis, de una antigüedad de 4m.a. La palabra "anamensis"
significa "lago" en lengua Turkana; mientras que
"australopithecus" significa "mono del sur", ya que sus
primeros fósiles se descubrieron en Sudáfrica. Se piensa que vivió en un
ambiente medio entre bosque y sabana; y muy posiblemente se trataba ya de un
bípedo, por las características de una tibia que se encontró.
El periodo comprendido entre 3.6 y 3
m.a. aproximadamente corresponde al Australopithecus afarensis; a
este especie pertenece un fósil de una hembra a la que se bautizo como
"Lucy", por una canción de los Beatles. Los afarensis al
parecer presentan un dimorfismo sexual, es decir, un gran contraste de tamaño
entre machos y hembras. Sus cráneos tienen una pequeña cresta sagital (cresta
que recorre el cráneo en sentido longitudinal), en la cual se anclaban los
músculos para la masticación. Esto evidencia que los afarensis comenzaron a
consumir vegetales más duros, lo que demuestra los efectos del cambio climático.
Esta característica también es propia de los parántropos, por lo que se piensa
que estos evolucionaron a partir de los afarensis.
Los estudios del esqueleto de "Lucy" dan a entender que podía
caminar sobre sus dos piernas, pero aun hay algunas dudas. Otra característica
que tiene que ver con la locomoción bípeda es el foramen mágnum, que es
la abertura que une el cráneo con la columna vertebral. En los simios este se
encuentra muy retrasado en el cráneo, en los humanos está casi en el centro, en
los afarensis en una posición intermedia, lo que da a pensar que su andar no
seria exactamente parecido al nuestro, con el cuello inclinado y la cabeza
echada hacia delante.
Cerca del parque nacional del Serengeti, se hallaron unas huellas de pie
fosilizadas de hace 3.5 m.a.; son casi exactamente iguales a las que cualquiera
de nosotros haría en una playa. Se conservaron gracias a haber sido cubiertas
por una capa de material volcánico, que ayudó también a calcular su antigüedad,
gracias a los métodos radiométricos. Su antigüedad hace suponer que pertenecen
a australopithecus afarensis, pero los que no están de acuerdo con que esta
especie era bípeda, no comparte esa idea. Posiblemente pertenezcan a unos seres
cuyos restos no se han encontrado aún.
El Australopithecus bahrelghazali, descubierto en el Chad
(centro de África) en 1979, resultó ser un caso atípico, al haberse descubierto
en una zona alejada de la supuesta cuna del África oriental y a Sudáfrica.
Posiblemente se trate de un primer caso de “emigración” de homínidos, que se
volverían a producir posteriormente como veremos. De una antigüedad de 3.5
m.a., al parecer tiene características similares entre los parántropos y el
género Homo. Se trata de un caso paralelo a nuestra línea evolutiva, no es un
ancestro directo nuestro, al igual que tampoco lo fue (al parecer), el A.
Afarensis.
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